El asiento, a mi lado, sobre la ventanilla
está vacío
la formación, comienza el avance
con lentitud
el aire se ioniza en un suave zumbido
ya dejamos la estación
y las luces de los anuncios
desaparecen
solo una infinita sucesión de luces
marca el túnel
y un veloz avance.
Hay pocos pasajeros
cada cual en lo suyo
todos sentados
y nadie a mi lado.
Cuando subí, pensaba
que como ayer
a mi lado
ella se sentaría
al lado de la ventana
mirando la nada.
Hermosa mujer
ya estaba cuando me senté
apenas miró
de reojos
tan bellos sus ojos
y la voz suave como un paño
contestó el saludo.
Tres estaciones pasaron
mientras su aroma
del amanecer de rosas
me llevaron
por cielos de ojos entornados.
Cuando
casi como un hilo
su voz
me dijo que bajaba.
Hace una eternidad
que viajo ausente
en este vagón
que ya no para
en ninguna estación.