En la impronta de tu piel
avizoro lo necesario, lo imprescindible
atávicos deseos en bandada
catapultas de sueños que no cesan.
Me extravío, irremediable
en el laberinto celeste de tus ojos
en el fervor implacable de tu rostro.
Me subyugan tus palabras aleatorias
que acrecientan la audacia de mis cavilaciones.
Sostienes en el cuenco de tus manos
los trozos de avidez que no aminoran.
Quiero adormecerme en el umbral de tus percepciones.