Fría me quedó el alma,
fría y desolada..!
muy fría,
sin oír ni sentir.
Fallé al optar
senda prohibida,
camino de oscuridad
que advertido está.
Le quedan solo horas
al atardecer de hoy,
y se irá sin mi otra vez,
como ayer el sol.
No oye la piedad,
el odio sin luz,
me herí con crueldad,
y casi pierdo el amor.
Tiré mis perlas
a los cerdos...
y eché lo santo
a los perros.
Y me hice caído,
caído, no perdido,
pero sí caído
y de la paz traidor.
Fuí por caminos de alba,
a lugar de piedras
perfumadas de parras,
a esperar amanecer.
Vino, llegó...
como cascada
de espuma de oro,
y me bañó.
Me llevó más allá,
con poder de luz,
tiempo de siglo,
en un mío pestañear.
Conté noventa y nueve
cómo yo...
vestidas de amor,
con alforjas nuevas.
Me renovó el poder
cortó caurestos a la niebla,
y del cerro entre cactus,
ví venir a mí, la libertad.
Me dejó a los pies
de la montaña,
con tres seres,
uno se llama humildad.
Poeta al atardecer.
Diciembre 31 de 2020.