Llovió en la tarde
y el suelo se mojó
con unas gotas.
Pequeños besos
mandados desde el cielo
para los hombres.
Labios sedientos,
con lágrimas furtivas,
de ojos llorosos.
Quizás los dioses
lloraron, sin saberlo
al ver la tierra.
Niños hambrientos,
personas olvidadas
pidiendo pan.
Y a todo esto
flamean las banderas
de los hipócritas.
La sociedad,
enferma y decadente,
perdió el amor.
Corta memoria
con sangre derramada,
en una entrega.
Y es que el Amor
no sabe de fronteras
ni de banderas.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/20