He visto a un pueblo fundido
sobre los moldes de otro,
he visto un río correr
buscando el tronco de Tor,
he visto la negra piedra
dando cobijo al ladrillo
y obreros que se hablaban
en áridas lenguas lejanas.
He conocido el silencio
entre callejuelas que callaban
el bullicio de otros días,
he acariciado la lluvia
mientras adivinaba la nieve
cubrir uno a uno los tejados,
he sentido el haz en verdes
de una mata de judías
enredada por los hombros
Y a lo lejos la infinita luz
que baja, desde las tripas
de una nube.
He caminado con gente
que entra y sale del templo,
que se miran a los ojos,
que toman café sin prisa.
He saboreado cada sílaba
de tu identidad,
Taüll.
He apuntado tantos adjetivos
que ya no me queda espacio
en el hueco de mi alfabeto
para robar otro monema
que enaltezca tu existencia.