¡Con cuantas ilusiones se forjaron
mis versos, que de amor bordados fueron;
aquellos que febriles te contaron
que siempre de tu encanto se nutrieron!
¡De rosas y claveles se adornaron
las rimas que una vez por ti nacieron;
las fuentes de pasión en tí encontraron,
y bellas emociones florecieron!
¡Los besos que tus labios me brindaron,
del alma, cual la hiedra se prendieron;
y luego, muy silentes emigraron,
y todos mis ensueños se perdieron,
en hondos precipicios que ahogaron
arpegios que llorando fenecieron!
Autor: Aníbal Rodríguez.