Sofanor Bonilla Fournier

A mi hermana fallecida.

                   Siempre vivió contagiando su alegría

desde su alma sincera y afectuosa,

          desconoce el egoísmo, pues ella es pura, 

y se entrega a los demás como una rosa.

 

           Aún vive y reina entre nosotros

tu mirada de cándida dulzura,

             permanece la magia del cariño

y ese abrazo a los nietos que perdura.

 

               No te has ido vánamente de este mundo,

 pues dejaste unión y sentimiento,

               la familia lo sabe y te recuerda

en la muda imagen de tus besos.

 

      Pasarán los días y los años,

te veremos andar los corredores,

         y no se borrará del pensamiento

la Yita, que acompaña desde lejos.

 

         (Chofa)