Siempre vivió contagiando su alegría
desde su alma sincera y afectuosa,
desconoce el egoísmo, pues ella es pura,
y se entrega a los demás como una rosa.
Aún vive y reina entre nosotros
tu mirada de cándida dulzura,
permanece la magia del cariño
y ese abrazo a los nietos que perdura.
No te has ido vánamente de este mundo,
pues dejaste unión y sentimiento,
la familia lo sabe y te recuerda
en la muda imagen de tus besos.
Pasarán los días y los años,
te veremos andar los corredores,
y no se borrará del pensamiento
la Yita, que acompaña desde lejos.
(Chofa)