Los ojos fueron ríos con aguas cristalinas,
sus manos de alfarero ya bastante cansinas.
Y los pies ya cansados caminando veredas
con la mirada fija divisando salcedas
movidas por el viento por tristes alamedas
y la vista nublada por tantas polvaredas.
Pero el camino sigue, rumbo aquel horizonte
que te trazaste firme tras el espeso monte.
Caminante, camina, venciendo las neblinas,
caminando de frente mientras quieras y puedas,
cantando siempre alegre como canta el cenzonte.
¡Qué el dolor no te afronte!
El año hoy amanece cargado de más sueños.
¡Ve por ellos, seguro, con todos tus empeños!