Solo. Nuevamente...
Aquí estoy,
viendo el techo infinito aparente,
y preguntándote: ¿Quién soy?
Te pregunté pero no me escuchaste.
No me escuchaste porque no estás.
Estoy solo, pero tampoco lo notaste.
No lo notaste porque nunca estás.
Me pesa, en realidad, obligarte
a hacerme compañía.
Ojalá fuera solo cosa mía
y no de mi cabeza que va por su parte.
Obviamente no sabés que me hacés falta.
Mi timidez es una tapa de mi egoísmo.
No pienso siquiera decirte, para nada,
por el contrario, pienso callarme
y que mis lágrimas solitarias sean
sólo mías y para mí mismo.