Carlos Eduardo

EXALTACIÓN

 

 

la llamaba,

 

todo en ella era tremendo

 

la luz de sus ojos

 

su caminar,

 

las palabras que prodigaba

 

había un espíritu único, exclusivo, hilarantemente fino

 

recostada en el sofá

 

diosa egipcia

 

su voz acariciaba

 

yo moría por ella.