Deambulaba el coraje por el arcén
La lucha se abandonaba al oleaje
Un alma destruída se subía al tren
Para emprender sus últimos viajes
No deseaba que se enterara nadie
Que nunca el amor alzanzó aflorar
Pisaba un suelo repleto de cristales
Y eso en la vida, jamás lo olvidará
Condenaba a aquella madrugada
Que un manto cubría de estrellas
En la cual las promesas amargas
Tornaron en arrojadizas piedras
Esa noche con mirada encerrada
Tomaba asiento en tan frío tren
La estación sus candelas apagaba
Sentencia de muerte al atardecer
¿Por cuántos caminos lo llevaría?
¡Se diría tembloroso e incierto!
¿Y a qué destinos le arrastraría?
¡Se preguntaría vacío e inconexo!