Ven, dame tu mano y caminemos
a la orilla del mar y bajo el sol;
del amor y mil cosas hablaremos
y la tarde al caer contemplaremos
abrazados, el mágico arrebol.
Luego, en la noche, tendidos en la arena,
sin testigos tu amor me entregarás;
yo, pescador, bajo la luna llena
te tendré entre mis redes mi sirena
y esa noche no acabará jamás.
Habrá una pausa porque al día siguiente
brillará el sol en todo su esplendor;
después se irá a dormir al occidente
y tú serás sirena nuevamente
y nuevamente seré yo pescador.
Mario Alfonso Bautista