VITRALES DEL ALMA

BAJO ESTA LUZ

 

 

 

 

 

Hoy escribo bajo esta luz que no me pertenece. Bajo este  sol  que no es el  mío. 

 

Un aire extraño me envuelve  cuál hilo imperceptible.  Son las  tres y treinta tres de la tarde de este veintitrés de diciembre. Año trágico y a la vez misterioso. Sus últimos cartuchos  diluyen lentamente entre los dedos.  A su paso, el  alma se hizo  liviana y el  cuerpo como  pluma.

 

Descorro en esta enigmática hora,  el  velo  de los sacros   sueños, ansiando  ver más allá  de la línea del tiempo, de las ansias del alma y la fuerza del corazón.

 

Lágrimas a montón  lavaron la faz de la tierra.  El dolor paseó  y pasea orondo sobre abono  fértil.   Escucho la voz  muda  de los astros y el dulce canto de la Mirla encantada.  La escalera que conduce al firmamento se divisa desde la simiente del orbe.  Micifúz sube presuroso sus escalas y un canto de aleluya desciende enmadejado entre los clamores del hombre y la luz efervescente de las estrellas.

 

Se acerca la nochebuena  y el campanario de las iglesias ha silenciado, dando paso  al sentir y clamor de las almas buenas, al regocijo de hombres y mujeres cuyo latido extiende su aureola en ferviente clamor al infinito.

 

 

Noche buena, noche de navidad

Los astros giran en círculos

Y el viento en  encrucijada

 

No saben qué decir

Han enmudecido

 

La luz de una vela en una cabaña lejana

Difumina la tierra

 

La sombra cede

Y  las palmas de las manos ha iluminado.

 

*Imagen del muro de Islam Gamal.

 Luz Marina Méndez Carrillo/23122020/ Derechos de autor reservados