CLAVADA EN MI BRAZO
En esta incertidumbre manifiesta
el treinta de diciembre, un año muerto,
estuve entre elegidos en la apuesta
a un veintiuno que sea con acierto.
No se sabe si suma o da una resta,
pero existen gusanos del desierto
que apuntan a su falla porque cuesta
asumir sin política lo cierto.
En mi brazo clavada está la espera
de abrazar a los míos y volver
sin temor a pisar firme la esfera.
Solo creo en un nuevo amanecer
que ilumine a los ojos en ceguera
sin párpados ocultos al placer.