Cuando mis días fueran lluvia,
Antaño, rechacé su agua.
Ahora que se humectan
Mis hilos carnales de tierra,
Florecen bellezas que
Creí diáfanas y etéreas.
Están aquí las bellezas,
En las lluvias de mis ojos,
Cuando se quiebra la mente
Y la flor de mi sensibilidad llama.
Ser ocaso, después de la lluvia,
Los arcoiris crecen bajo mis ventanas,
Hechas de pupilas
Y de vida que se quedó derramada.
Lluvias de tristezas,
Atrapadas en nubes
En los engranes de mi mente,
Ahora son pureza.
Abrazó las estrellas fugaces
De los escenarios bellos
Que giran en torno
A mis ojos cafés.
Es la vida agua,
Y mis letras tienen sed.
Mis lluvias de día
Son ahora
Abrazadas en mi lecho
Y en mi pecho.
Los fuegos de cosecha
Cesan bajo la lluvia
Que antaño rechacé.
Lluevan mis ojos,
Nadie rechaza su esencia
De tormenta,
Y aunque florezcan huracánes,
Ellos purifican la atmósfera de mi visión.
Llueve mi alma,
Nace en los rincones insospechados,
En las caras de los niños,
En los hilos de Sol lanzados
A la tierra que besa mis huellas,
Y donde mis sinfonías de experiencia
Vitalizan su música del silencio de sólo ser.