Frente al ordenador, mi mente se ha hecho un lienzo en blanco. La pluma quieta en su tintero… Y fuera, la luz del sol se ha desleído en las pupilas.
Año silencioso de horas muertas y amplias tristezas. Esperanzas y momentos que cobraron vida. Manos que soltaron las mías, y otras, abrigando mi corazón, mi sangre, mis latidos.
Tiemblo al pensar que es este el último de mis escritos, de un diario que ansió momentos de felicidad perenne y dolor perecedero.
¡Qué podría decir del telar del tiempo, que deshizo en mil pedazos mis sacros sueños, supliendo su esencia, por el sendero marcado en el destino!
Ni yo misma pude comprender lo que vieron mis ojos y palparon mis sentidos en su duro transcurrir.
Eso de llevar un diario, es un eterno morir y revivir del alma. Un atar el recuerdo al hilo azul del destino y rojo del amor efímero.
Imagen del muro de Islam Gamal
Luz Marina Méndez Carrillo/3112220/ Derechos de autor reservados.