No rasgues mi alma...
Mi tristeza se mueve como las olas que causan ruidos de impotencia, por la presencia de los fuertes vientos, que sin libertad deben ir por donde las corrientes dictadoras, las designan...
Mi alma esta sedienta de tu amor, al igual que una piel pegada a la sal, que necesita lluvias de cariño para poder endulzarse, en la miel de tu querer.
Siento tu ausencia, como la tierra sitibunda que lleva días sin lluvia, sedienta por sentirla deslizarse sobre su superficie.
Siento la frialdad de tu corazón brotando por mi tez, como sudores de aflicción que se enfrían y se arrugan, en presencia de la humedad de un fuego, que se apaga por tus faltas. Es como vivir en un iceberg rodeada por tiburones, que desean devorarme y congelar toda mi posibilidad de ser amada.
- ¡Y mi siento sola!
Tan sola que, esta fría isla donde mi único recurso es fundirme junto al hielo, me parece una forma generosa de ya no más... sufrir.
Aún con mi alma abrazada a la almohada de la melancolía, elevo mis ojos al cielo, cuando la niña de mis ojos avista una procela. El cielo está cubierto por un bochorno de nubes negras, sé que se aproxima una tormenta, y que nada volverá a ser igual.
¡Oh qué pena, se ha roto mi alma!