Sigue los pasos
marcados en la playa,
que llevan lejos.
Quizás te guíen
al puerto y al refugio
que necesitas.
Quizás encuentren
reposo tus suspiros,
como tu cuerpo.
Pero no cuentes
con pasos de sirenas
ni de princesas.
Deja los sueños,
anclados en tu infancia
y juventud.
Bellos recuerdos
ajenos al momento
en que vivimos.
Si un día alcanzas,
la magia de la noche
podrás soñar.
Pero entre tanto
aguanta los deseos
que pide el niño.
Dile que viva,
y sienta los latidos
que da la tierra.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/20