Anhelo el sosiego de mis pies en el agua
El río corriendo entre el llanto y risas de las piedras
El perfume de la flor que jamás se marchita
Los frutos del árbol que nacen y mueren
Mi alma está inquieta entre afanes y ruidos
Acumulados al paso de ambiciones y bienes
Atormentando las horas, día tras día
Oscureciendo las mañanas, dando paso a noches eternas
Anhelo la quietud del niño que sueña despierto
Que mira entre rendijas verdades y mentiras
Sin odios en sus ojos, sin soledades y espantos
Tan solo mira al cielo mientras transcurre la vida
Mi alma continua inquieta con los pies en la tierra
Condenada a las vivencias que castigan el silencio
Hoy, como ayer y mañana, quiero caminar sin prisa
Contemplando de nuevo el sol y la montaña
Quiero subir a la nube, deshojar la flor que enamora
Humedecerme en el manso río, caminar por la vereda y el campo
Devolver a la flor su aroma y al ave su tierno trino
Quiero aquietar mi alma, mientras envejezco contigo