Brota desde el pecho
el vaivén de tus adentros
y reclaman tus palabras
lo que en tu conciencia yace,
donde tus ojos brillan
y tu esperanza renace.
Pecan tus pensamientos
y recalcan con el alba,
que desde tu ronco pecho
han perdido la calma,
con azares del destino
y puñales en el alma.
Como aquella profecía,
como la pieza faltante,
como la gota del vaso,
que se derramó al instante,
quebrantable la confianza
y a la vez susurrante.