Ante viles pecados capitales
que socaban el amor en laxitudes,
conviene combatir tremendos males,
con valiosos valores y virtudes.
Cuando al ser abrume con gran furia
en alguna triste eventualidad,
el demonio falaz de la lujuria,
es preciso aplicar la castidad.
Si tu ser amoroso y su grandeza
de ánimo y valor siente la ausencia,
si te tienta la acidia, la pereza,
combátela audaz con diligencia.
Si tu pupila limpia cuando mira
refleja el furor de la demencia,
ahuyenta de una vez la amarga ira,
aplica el bálsamo de la paciencia.
Si lo ajeno lo miras con codicia,
sí insaciable deseas en cantidad,
disipa de tu vida la avaricia
aprendiendo a dar con generosidad.
Si se excede en lisonja, si se adula,
o se da riendas sueltas a la panza,
muy pertinente es contener la gula
haciendo justo acopio de templanza.
Si consientes en tu alma la perfidia
añorando lo de otros con maldad,
desecha de tu ser la cruel envidia
compartiendo con entrega y caridad.
Cuando creas que es superior lo tuyo
y pretendas humillar la sociedad,
contén la soberbia, el ruin orgullo
con la dosis suficiente de humildad.
Nunca olvides que eres una persona,
que, ante errores tiene la capacidad
de enmendar sus fallos, pues razona,
Dios te ha dado intelecto y dignidad.
Enero 2021