Anthuan Hols Ksals

ÚLTIMA VEZ


Supongo que este es el milagro.
Discretos balcones, velados abrigos, despojadas hojas de un patio concurrido, resquicios de una puerta blanca, la fuente muda. Todavía arrastro conmigo lo que fue, como el destino de una calle que ahora transitará donde no habito.
Progresa el caduco devenir del mundo, no menos absurdo que mis vicios. Busco decirlo todo con tan poco, o con nada. Solo escribo para alguien que nunca me leerá. Huyo de un nombre, del cansino rumor de multitudes que temo y admiro.
Siempre volverá, lo sé, ese atardecido llanto. El justo olvido. La tenue voz de aquel diálogo herido que aletarga mis pasos y que en silencio recito. Ya no estarás ahí. Lo admito. Mis nimios años de vergeles y umbrales finalmente se han ido.
No obstante, a veces creo divisar entre los inertes residuos el sosiego de un cuarto vacío, una simple certeza, o la gloria de algún triste alejandrino. Supongo que este es el milagro. Atisbos de una secreta felicidad, que no proviene de ningún sitio.