Él tomaba mis caderas, me abrazaba y me daba con más fuerzas, quería enserio tomar el control, pero fue algo con lo que tuvo que pelear porque yo no iba a ceder con facilidad.
Me comenzó a acariciar mis glúteos, yo siendo masoquista solo le susurre al oído –golpéame- en ese instante solo comencé a sentir una bomba de placer inexplicable, solo miraba como cada parte de mi cuerpo se erizaba dejándome en evidencia cuanto me gustaba.