La sombra nos engaña con su manto
de negrura. Es de noche. Las estrellas
llevan cansada marcha de doncellas
tristes; la luna imita un tenue llanto
cual si fuera, brillante, el ojo inmenso
de dios. Estas bruñidas nubes pesan
como un costal de piedra en el extenso
cielo. Dentro del muro del hogar
del viento se prepara la tragedia,
afilando su espada, recargando
su escudo -no lo necesita-; asedia
esta noche la muerte y estoy llorando
y el mundo se parece a mi tristeza.
Porque la luna está llorando, lloro,
pero la luna sufre esta tristeza
precisamente cuando triste lloro.
La sombra me engañó con este manto
de negrura. Es de noche y las estrellas
llevan gracioso paso de doncellas
dulces; la luna imita un tenue canto
cual si fuera, vibrante, el canto inmenso
de dios. Estas preñadas nubes rezan
como un altar que sueña en el extenso
cielo. Dentro del muro del hogar
del viento se prepara la mañana
retocando su brillo, mejorando
su rostro -no lo necesita-, baña
esta noche mi vida y estoy cantando.