ORACION
Hno. Rafael. Ofs.
PADRE ETERNO me acerco a ti , con toda mi confianza sobre el ara del altar en que te inmolas, para recibir tu gracia, amargamente he reflexionado sobre aquellas acciones, pensamientos o palabras, que me hayan podido alejar de ti preparándome a tu misericordia para cuando llegue mi resurrección. Hebreos 4:16
Sabes cuánta es mi contrición, cuánto el fervor que tengo para amarte, y sentirme nuevamente como un niño al abrazarte y hoy con un grito besar tu cruz. Y POR LA PASION DE MI Padre… diciendo VIVO ES JESÚS. 1 Juan 4:10
No quiero ser necio en suplicarte cada día por Nuestra Santa Iglesia, por el Papa, por nuestros Obispos, Sacerdotes, Diáconos, Seminarista, por toda la Orden franciscana, por todas las almas del purgatorio especialmente por Amparito que ya hoy tiene este esperado gozo, en el cielo.
También mi suplica es en favor de los “Ángeles” que colocas en mi camino iluminando mi fe, por aquellas personas que en este momento requieren de tu misericordia y por aquellos que ven mi alejamiento, porque desconocen lo que sufre mi corazón,
Quizás dentro de mi soberbia tengo para mí, la interna suplica de tu gracia, VEN Y SACUDE MIS MISERIAS, y dadme el camino Jn 20,19-23 para que en mi confesión, consagre mi alma y particularmente reciba el mensaje oportuno para llegar a TU GLORIA.
PADRE ETERNO, mi corazón es todo vuestro y pido tu consoladora bendición, para mitigar mi tristeza, melancolía, salud, ABRAZAME con tu providencia en mi desamparo.
No soy desagradecido por la vida que proporcionas a la afligida alma mía.
Humanamente avergonzado, reconozco la inmundicia de haber pecado quebrantando tus mandamientos. Aquí me tienes, hincado a tus pies implorando tu perdón. Rogando tu clemencia…
¿Qué puedo yo decir, si tu conoces a profundidad mi egoísmo y que he sido inconsciente y negligente?
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón el haberte ofendido. También me pesa que puedas castigarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.
Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano, OFS