Todos los días te recibo con unos buenos días, un abrazo largo acompañado de un beso en tu mejilla.
Deberíatomar la opción más fácil y confesarte mis sentimientos.
No entiendo cómo puedo abrazarte si con solo mirarte me llenó de felicidad.
Nuestros amigos cercanos me alientan a decirte, diciendo que tal vez sientes los mismo por mí.
¿Y si no es así?
A veces me siento dispuesto a decirte, pero tengo miedo de que sea todo lo contrario.
No podría mirarte a los ojos, ni tratarte de la misma manera por la vergüenza de malinterpretar nuestra amistad.
Y es que..
Desde que te hablé sin motivos nos hicimos amigos, siempre amable, cariñosa y divertida marcando que solo éramos grandes amigos.