Conservo en mi memoria, de tanto recordarte,
un nicho donde habita tu imagen de vestal;
y vibran en mis venas, de tanto imaginarte,
los halos de tu aliento tan fresco cual rosal.
Penetran tus caricias, de tanto suspirarte,
tan dentro de mis poros en tórrido caudal;
y escucho tus sonrisas, con ansias de besarte;
por ese tono dulce de místico zorzal.
Despierta mis anhelos tu mórbida silueta,
que tiene los encantos, de tierno querubín,
con gracias que desbordan torrentes de pasión.
Entonces yo me siento lo mismo que un poeta,
y canto a tu belleza, vestida de satín,
que porta hermoso viento de tropical ciclón.
Autor: Aníbal Rodríguez.