Amanecer trece
Mi bella durmiente, que linda te ves ahora.
Anoche recordé, cuando algún día te dije:
no tengo más minutos en el celular,
pero si vienes a casa conmigo,
tengo unos cuantos años por vivir,
los comprometo todos para ti.
No tuve que ponerme de rodillas,
ni comprar un anillo caro.
Era una propuesta de vida, paz y tranquilidad.
Dijiste: deja que amanezca, mi Ron viejo, allá estaré...
Y llegaste cautamente...
la vida nos enseñó entonces,
que cuando el amor florece entre dos seres,
todo lo demás son solo adornos,
que si pobres, que si ricos,
que si blancos o negritos,
nada importa, solo sentir,
que el corazón funciona es con amor.
Ahora te veo allí inmovil
y recuerdo tantas noches mágicas,
alumbrados por las velas,
aspirando los inciensos,
bebiendo unos mojitos
y la felicidad chispiando,
en las esmeraldas de tus ojos.
Aún me quedan noches,
las velas, no se consumen todavía,
la yerbabuena verdea en el jardín
y el vientre oscuro de la botella,
mantiene algo de ron.
Las pipas que me regalaste,
no las he tacado aún
y quiero que disfrutes su aroma peculiar.
Solo eso te puedo ofrecer
y un café cada mañana,
un beso a media tarde
y abrazos por doquier,
tu veras si aceptas o te vas,
lo que decidas, mi Monita ñeñeñé,
por tu bien, me dará felicidad.
Ron Alphonso
7 de enero 2021