El gran problema de la humanidad y sus crisis
es que ya no nos sorprende si al encender la tele
la noticia es el bombardeo a una ciudad,
o el hecho cuitado de que un gobierno
envíe los tanques y los coches fúnebres para sofocar una reyerta.
Sólo nos limitamos a revisar nuestros huesos
preparar un café
y agradecer a Dios por la dicha.
Es así de simple.
Nada nos conmueve a no ser que venga la crisis
quedemos sin empleo
y el banco mande sus avisos de adeudo.
Entonces comprendes que no es necesario
que alguien lance una bomba para traer la ruina a una casa
ni que un gobierno envíe los tanques para ver aparecer los coches fúnebres,
mientras alguien mira la tele
prepara un café
y agradece a Dios por la dicha.