Amaneció, anochecida la mañana,
despertaron los sueños que estaban dormidos. Yo vivía muriendo cada día,
sin encontrar lo que no había perdido.
Vivía de pedazos de un pasado que se desdibujaba en mi futuro.
Vivía de un amor desencontrado,
de una música que nadie oye.
De un dolor que desgarraba y brotaban poesías, de migajas del desamor.
Caminabas con prisa a paso lento,
yo permanecí inmóvil a tu espalda,
congelada, sin parpadear.
Dudé, lo pensé, pero aquí estoy:
aferrada a tu sonrisa triste,
sujetando tus ropas, casi sin fuerzas.
Queriendo hacer cosquillas a mi cara con tu barba afeitada.
Queriendo acariciar mi denudez con tu soledad.
Frustrada de ilusiones marchitas.
Feliz de tropezarme con tus besos escurridizos.
Aquí estoy reconstruyendo castillos en el aire.
Voy despacio,
voy y me acompañan mis dudas, mis temores.
Voy a oscuras, buscando lo que se parece a la felicidad.
Y aquí estoy:
queriendo prender lucesitas en tus ojos ciegos,
queriendo desnudar tu cuerpo y tu alma,
queriendo hacerte el amor.