La humanidad grita,
retumbando en el patio del cosmos;
pide un desarme global
de la tiranía oculta,
cuyas sombras sin cuerpos identificados
se visten de terror.
Monstruos que engordan
con las libertades del hombre.
Las sociedades sufren
porque sus piezas fundamentales,
actúan como máquinas
despojadas de su armonía
con el orden natural.
Alaridos suplicantes
para que vuelvan a caminar,
a pensar,
a respirar,
sin el temor de perder la vida.
La creación del mundo
la gozo y la uso;
me sorprendo a diario
con su magia y su belleza.
Me detengo,
veo correr el río de la cultura;
en algunos recodos
se ha quedado lo putrefacto
del utilitarismo y el materialismo.
En sus orillas,
la soledad, la tristeza y el desánimo,
consumen más vidas
que las balas asesinas del odio.
El amor creativo dejó de ser cultivado
sobré la piel del planeta,
para sembrar el resentimiento destructivo.
Suspiro con los proyectos de las élites;
pero, me da tos la contaminación.
Son creadores de tecnologías avanzadas
que realizan guerras espectaculares,
quitándole el traje humano
y sentimental a la persona.
Los acuerdos políticos hechos
con la mano izquierda y la derecha
buscan limpiar
con el trapo sucio de la política,
el espejo del pasado
que refleja la crueldad,
la miseria y el dolor.
Me refugio en mi templo,
acepto al otro como es,
reconozco el Cristo activo en el médico
y a Jesús crucificado en el asesino
que muere en el hospital.
Invoco la revolución de la consciencia,
rompo con mi confusión,
escapo de la degradación ética.
Tomo el traje de la austeridad.
el combustible ilimitado del amor;
abandono el caminar de prisa
en medio de las tinieblas.
Subo al primer rayo de luz
que me conduzca
hacia el camino y ia verdad.
El líder de mi cambio soy yo...