No me quieras, por favor, no me quieras
porque no sabré quererte ni un poco,
no sabré apreciarte ni un poco.
Tengo los órganos vacíos,
el alma marchita, material.
Un trozo de arcilla sin color.
Derrítome en los brazos de mi reflejo,
y ni siquiera en el egoísmo me veo;
no me quiero.