Odio, olvido…
Nos juzgamos ¡esta cama y yo
nos juzgamos!
Ahora somos inexistentes,
tuvimos la existencia y la dejamos partir.
Ahora no soy yo, esta cama tampoco es cama,
somos torpes puertos que a medias aprendieron su labor.
Ahora, nos merecemos estos corazones repentinos,
esclavos renacidos que martillan y martillan al odio,
al olvido, como dos rocas que se agigantan
en cada golpe de inútiles martillos.
LRL
7-1-2021