Cayendo está el aguacero
que aplaca las polvaredas
y rumbo al mar y su estero
va cantando aquel jilguero
por los montes y veredas.
Y en las frondosas montañas
cantando están ruiseñores
cuando junto a las cabañas
nutren siempre sus entrañas
nuestros eternos amores.
Y en los ríos y los mares
con sus aguas cristalinas
ahogaré mis pesares
y al superar valladares
venceré crueles neblinas.
Y en el cielo tan inmenso
brillando estará la estrella
con su brillo tan intenso
y mis ojos en suspenso
porque tú eres la más bella.
Y bajo el cielo nocturno
brillará quizá un lucero
con su nombre de Saturno
donde casi taciturno
te diré por fin… ¡Te quiero!