Caminé y abrí esa puerta en total oscuridad, mientras aterrizaba en la belleza que me atravesaba los oídos, circulando entre tantas ramas, para llegar hasta donde no puedo describir nada.
...Y entré, en esa habitación apenas iluminada, encendí la luz más tenue donde pude ver una tina blanca, quería acostarme ahí y llorar, pero no contaba con el tiempo. Yo quería vivir eternamente ahí, y no hablo del lugar o el espacio, sino de un compás de tiempo que fue hecho para hacer que el diluvio se convierta en una lluvia de estrellas fugaces. Luego caminé, levanté la mirada y me vi, me ví frente al espejo, vaya sorpresa me llevé al ver mi rostro, mi cara que tiene dos caras, que tiene dos ojos, dos bocas que no se conocen y un abismo que no se acaba.
Luego lavé mis manos con agua fría, y deseé ser agua, porque el agua es más humana que el humano. Suspiré por mis deseos imposibles, me despedí de mi, de la tenue luz, del agua, y la imagen tan inquietante que reflejaba más de lo que un espejo podría reflejar. Y me alejé despacio, recorriendo los mismos pasos entre las escasas sombras, para volver al cosmos donde tan solo yo habito.
...y atravesé esa puerta, como si me hubiera atravesado a mi misma, avancé como todo un fantasma, que acaba de ver su cuerpo al borde de la vida. Me di cuenta que mi pijama brillaba, habían estrellas cargadas, no me equivoqué con el cosmos, ahí estaba. Apagué los ojos para encender mi mente desbordada. Esa noche no lloré, y al darme cuenta sonreí. Había hecho la paz con mi locura, por una noche, por una noche no me retorcí de miedo, me abracé con un suspiro y se acabó todo el ruido.Tan solo se escucha el palpitar de pequeños destellos de magia que se convierten en sonidos, acostados conmigo, o dentro mi, sanando todo y cuanto tocan, son como manos de ángeles que me curan.
... y se me escapó un te amo sin nombre y sin dirección, tan solo salió de mi mente como floreciendo del jardín desolado una flor. Hacía mucho que no pasaba, que las palabras en la sangre me circulaban. Una noche de amor a la oscuridad, hacía falta. Pasó, pasó algo esa noche, que no podría jamás describir, ni contar, ni cantar, ni gritar, ni llorar, pero descubrí, descubrí, que aún puedo sentir algo profundo más allá de la visión de humano que se me ha otorgado y de la que no he podido escapar. Hasta aquí puedo escribir, esa noche es esta noche y quiero sentir. Adiós-yo.