Recogí palabras necias
derramadas sobre el suelo,
barrí hasta el último rincón del patio
a éstas, que tanto ofenden.
Las eché en recipientes herméticos.
Les dije adiós.
Algunas lloraban
porque fui tan inclemente.
También yo derramé lágrimas
cuando bajé mi cabeza.
Río abajo se marcharon...
ninguna quedó aquí. Di la vuelta
y me fui a hacer lo mismo a otras latitudes.