Eran rescoldos
y brasas de una hoguera
que dormitaban.
Un gran silencio
guardaba los encantos
celosamente.
Y las cenizas
del tiempo se perdían
entre los dedos.
Pasa la vida
despacio, y los minutos,
en el reloj.
Esos segundos
se forman y confunden
a los sentidos.
Y tú los mimas,
los miras y los sientes
sin comprenderlos.
Eres autor,
quizás, sin darte cuenta,
y espectador.
Un gran poema
se forma con tu vida
en cada instante.
Versos, que el viento
te roba de tus labios
y de tus dedos.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/08/20