Fue el retrato femenino que conocí una mañana nublada, con una migraña intensa y una sonrisa trazada en el rostro.
Fue una tímida y modesta conquista en la juventud.
Fue la mujer con la que compartí el amor profundo.
Fue lo que añore y tanto anhele cuando la vida nos separo.
Fue ese recurrente y doloroso recuerdo en la soledad.
Fue esa fugaz imagen, esa tardía reminiscencia cuando estuve preso en el calabozo de mi mente.
Fue aquel reencuentro y un volver a empezar.
Fue un fogoso y apasionado amor en la adultez.
Fue una dulce costumbre en la vejez.
Fue una perdurable compañía después de la muerte.
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