Desde el más lúgubre recinto
imploro sin esperar contestación
soy el roble viejo y altanero ya sin savia
incendiado y derribado por el rayo
yo que de las oraciones me burlaba
a Dios pido te mande mi confesión
Mis ramas se extienden a tu recuerdo
a sabiendas de que no ya te veré más
nunca sabrás cuánto te quise
los árboles secos no pueden reverdecer
Fuiste la semilla
que a mis raíces afloró
toda curiosidad y travesura
queriendo abarcar el prado
Yo te robaba luz
creyendo que con mi sombra
te protegía y bastaba
para cumplir con mi deber
Pero crecías, mi amorcito
y tus inquietudes tan molestas
creí era mi deber el reprender
ya fuera con palabras o a la fuerza
y rencorosa te alejaste
a trasplantar a otros suelos
¿No me llamas? ¿No me extrañas?
¿es posible que el rencor
te consuma como a mí?
tenía tantas esperanzas
de que fueras mejor que yo
y si te marchaste y te maldije
fue por sentir herido mi vulgar orgullo
Desde pequeño me imponía a gritos o a golpes
a quien osara contradecirme
siempre vi a las mujeres como seres inferiores
que me debían abnegación
¡Qué pena!
saber que pudiste florecer vigorosa
si mi mano hubiera sido menos ruda
pero con mis raíces plantadas en la amargura
¿qué otra cosa podía ofrecerte?
Te recuerdo con tus rizos en el patio
acariciando a las palomas
tan inocentes como tú
y las noches en que llegabas corriendo
a recibirme anhelando una caricia
maldito el día en que te callé
por traer conmigo agrios humores
Calló contigo la promesa
de la golondrina que regresa siempre
al mismo tejado a anidar
Eras linda, alegre y tierna
y te quise tan sólo para mí
pero te alejaste
buscando en otros brazos
lo que no recibías ya de mi
¿has logrado ver el sol que yo tanto te oculté?
¿o has recorrido albañales sin cesar?
no me importa lo que hayas sido
ni reprocho tus acciones
puesto que yo mismo te orillé
para mí vales tanto como entonces
cuando acariciabas las palomas
enmarcada en castaños rizos
donde quiera que te encuentres
Dios te lleve mi oración.