He oído que el odio es sordo en el dorso del torso
cuando el rencor contorsiona el eco en cono
y deviene en terso rumor de tomo y lomo,
pero áspero para aullidos sonoros.
En sordina te digo al oído, mi querido amigo, que jamás oí de malnacido
que naciera en buena cuna y acunara en su pecho tal despecho
que de travieso no fuese avieso, soez y maltrecho.
De pasiones mundanas derivan pulsiones inmundas,
informes y deformes en grado sumo,
que sumadas forman un infame inframundo
poblado por ínfimos seres que son como reses
envilecidos por un mundo corrupto que va dando tumbos
y que degrada al ser humano a ser inhumano
a fuer de nefario, mal fario y malvado.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.