Techos de mi pueblo
que veo feliz
entre las ventanas
que me hablan de ti.
Techos de St. Marys,
colores sin fin
que a veces son blancos
y otras son carmín,
verdes y grisáseos,
negros sin mentir,
en el gran paisaje
del invierno atroz
que puedo sentir.
Árboles desnudos
que hace un tiempo vi
con hojas doradas,
rojas o marrón
y que ahora muestran
los nidos de ardillas
que llevan en sí
las miles de nueces
del tiempo feliz
cuando las juntaban
tan cerca de aquí,
mientras que nos techos
que el verano esconde
detrás de los árboles
pueden verse ahora
en telón sin fin.