El pelo largo
caía por su espalda
muy dulcemente.
Su cara altiva
miraba el horizonte
en una búsqueda.
Y entre sus ojos,
brillantes y febriles,
volabas tú.
La mariposa,
el sueño y la esperanza,
de su poema.
Y es que sus labios
de niña, musitaban,
hoy nuevos versos.
Eran suspiros,
latidos y metáforas,
volando lejos.
Quizás querían
fundar, desde la nada,
un mundo nuevo.
Quizás ansiaban
el brillo de otros ojos
y sus latidos.
Pero, sin duda,
amaba, en la distancia,,
sin darse cuenta.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/09/20