Entonces el bohemio despertó,
limpio en su barba rucia el tabaco de 100 días
y sarcásticamente sonrió,
dejó caer de un golpe sobre el roble
su ya añejada copa de licor
y viendo en la madera humedecida
su escuálido reflejo sollozó:
“he gastado tanto alcohol en olvidar mi pena
que he bebido hasta mi llanto sin probar su esencia,
Me he llevado a tal fracaso al pretender perderla,
que ha escurrido de mi mente y se esparció en mis venas”
¡Salud!
Ardego 2014, Enero 30