Un invierno triste y despiadado
mi madre vivió toda su vida,
comenzando con una mordida
de un muy cruel sino malhumorado
que la dejaría deprimida.
En la primavera de sus días
la alcanzó la mano del abuso,
intimidada, nunca se opuso
y sufriendo muchas agonías
su dignidad nunca se repuso.
En medio de terrible destino
y debajo de los tristes ojos
nunca se vieron penas ni enojos;
su sonrisa se abría camino
aunque viviera siempre de hinojos.
Anna Gutiérrez.