La piel se ha marchitado dejando tu sonrisa
como el dulce enunciado de celestial premisa.
Dolores de un momento mis mejillas marcaron,
tu consejo y aliento muy pronto me aquietaron.
Las penas con mi acento en mi ser se apagaron,
por besos con sustento que tanto amor sembraron.
Nuestros ocres colores se bañaron de luna
quedando sus fulgores como ingente fortuna.
Hoy la vida ha dejado su pisada precisa,
son historias de un cuento que ilusiones saciaron
y tatuaron albores que el alma los acuna.
No existe pena alguna,
continuamos viviendo momentos vehementes
porque seguimos siendo del amor exponentes.