La escritura está monopolizada por las formas. Geométrico y sincrónico, son los nuevos estándares literarios, por lo que: los puntos son como reyes, no hay más reinas que las comas y el telégrafo se convirtió, en el corazón de la nueva era.
Por lo anterior, siempre se intenta minimizar la rudimentaria forma de escribir de los que no se prepararon, de los que no han leído antes, de los que saben más de Uso Carruso que de Mario Benedetti, como si ellos no sintieran, como si la literatura fuera la ruleta rusa de los pobres: ¿a quién le toca, quién muere, o quién simplemente puede o no, escribir con decencia?
La poesía no está fuera de alcance. Que debe ser precisa, dicen, que es el multivitamínico de los literatos: todas mentiras, porque los sentimientos no dependen de la burocracia. Y la poesía, por lo menos ésta que es distinta, que se independizó de los versos y se enfrentó a los cárteles de la literatura, llegó como ayuda humanitaria a los lugares más sucios del planeta.
Quizás nuestra cabeza mañana esté rodando, o quizás nuestros escritos sean sentenciados a la vergüenza, pero nada de eso va evitar, que sigamos llevando letras con la oportunidad, de escribir un poquito de todo lo que \"los otros\" sienten.