Pájaros de hollín y brío, nos arrastra el ala
Una muda tormenta inquisitiva.
Apenas ciegos gorriones que confían en el horizonte.
Nada nuevo bajo el sol, pero esa luna
Invirtiéndonos en un caleidoscopio de fuegos y sirenas.
Padezco el sórdido vértigo de quien mira para arriba;
Mal campesino de mí, sin saber predecir las lluvias
Ni cómo escupir correctamente.
Me hundo en esta tierra de olor a tu pelo mojado.
Pequeña oscilación del péndulo que cierne,
Espada que un Damocles despistado dejó mal guardada.
Aúlla tan fuerte como puedas-
Temible perro, misterioso lobo, dócil alacrán-,
No podrás olvidar la llaga de la que has bebido.
Ya el brindis se ha hecho entre tu lengua y mi saliva;
He aquí sólo un poco de mi idioma
Buscando subvertirnos lo indecible.