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**~Novela Corta - El Fantasma en la Ventana - Parte I~**

El Sr. Derick Phills, se quedó sin trabajo desde que la huelga lo dejó hacia el otro lado, en la fila del desempleo. Caminó como nunca buscando irse por el fondo en la llamada de la fila del desempleo y que le otorgara unos chavitos para pasar el mes. Y sí, hizo la fila, llenó documentos y firmó papeles, pero, no, nunca le llega el monto de la ayuda gubernamental del desempleo al Sr. Derick Phills. Derick sabía algo, y era que nadie da nada por nada, pero, eso era algo muy importante después de haber laborado por tanto tiempo en un almacén. Era él inmensamente grande laborando para ese almacén, cuando en el indicado momento la huelga salarial del ‘22 lo despide, como si hubiera sido nada para esa compañía. Se dedicó en ser el caminante y el lerdo en hacer una fila y tan larga de casi un día entero para nada y para no recibir el importe que le correspondía. Caminó y caminó destrozando sus pies, cansado su cuerpo y fatigando el corazón. El Sr. Derick Phills, vió en el matutino sabatino, o sea, en el periódico nacional de su país, en una mañana de ocio, y de descanso una plaza de empleo en un almacén a las afueras del pueblo. Cuando el Sr. Derick Phills, toma el periódico, va de camino al teléfono de la estación más cercana y realiza la llamada, la que pedía una entrevista con el Sr. Hilt Brown, para la plaza de empleo en el viejo almacén. Quedó inerte y frío, cuando él mismo, el Sr. Hilt Brown, le contestó la llamada. Aunque no lo conocía personalmente, sabía que su nombre era de alto renombre. Y sí, concordó una cita para la entrevista de trabajo con una de sus secretarias, cuando él aceptó la entrevista, pues, le urgía laborar y llevar el sustento a su hogar. Y le habló el Sr. Hilt Brown, un legendario en el almacén textil, de telas en opimo y de rica calidad, cuando él, sólo él, sabía como se laboraba para esa industria textil. No se opuso a nada, decidido y marcando un sólo trayecto, con el proyecto eficaz de esa entrevista de trabajo, sólo él quiso prepararse bien y en la mejor calidad de entregar su tiempo y más dar de su labor a tiempo completo para ese almacén de  textil, y que era lo último o lo más codiciado en ese momento en la industria de textiles. La moda a gran escala requería de esa industria textil y les iba muy bien, pues, las telas eran lo más importante para esa también industria. Y sí, se preparó y muy bien para esa entrevista que dependía mucho en laborar para ese almacén textil, cuando ocurría lo mejor en su larga vida. 

Cuando pasó el tiempo, sólo oscureció el cielo, llegando la noche fría. Y se sentó en el balcón y una brisa de viento le perforó el rostro, dejando saber que la vida pasa y no en vano, tocando y acariciando sus arrugas, quedó el Sr. Derick Phills. Cuando en el principio de todo y de todas formas, se halló la forma de ver el cielo de añil y cubierto por unas tinieblas frías y descendentes, como la bruma espesa de todo el mar abierto. Cuando en el instante se vió aterrado a su forma de pensar e imaginar qué pasará con el desempleo, con la entrevista de trabajo y con su futuro sin ser tan prometedor, porque ya casi llega a la senectud y a la vejez. Cuando en aquel balcón el viento y la brisa y con tanta prisa le rozó la cara, sabiendo de que su vejez ya le caía encima. Cuando en el tiempo, sólo logró ver el cielo de rosa y no de tempestad, pues, tenía un trabajo seguro y estable como poder mantenerse a sí mismo, pero, cuando se fue del almacén logró ver la vida desde otra perspectiva de vida. Y fue que el comienzo es tan arduo, pero, en el final ya ni le quedaban fuerzas ni fortalezas ni mucho menos esperanzas de seguir el trayecto de vida y de su vida a la intemperie por haber sido un trabajador incansable para toda su vida, pero, con la única debilidad de verse aferrado al desempleo por la supervivencia autónoma de seguir viviendo así. Luchó tanto por un nuevo empleo hasta que vió en el matutino sabatino una plaza de empleo en un almacén textil. Cuando en el imperio de su autonomía se vió horrorizado por una sola labor sin ser inconclusa. Desatando una ira callada y tan gélida como el mismo grito de su boca y más dentro de su garganta. Cuando el Sr. Derick Phills, se acercó su forma de pensar hacia una nueva imaginación, inventando cosas extrañas, como por ejemplo, un extractor de basura y lo hizo sí, lo confeccionó y lo elaboró y lo utilizó para bien, pues, su basura crecía más y más y en todo el vecindario, pero, eso no fue mucho que le dejó a él, sino que fue utilizado por la humanidad, pero, monetariamente no le dejó nada, sino que otros se hicieron de lo suyo en cuanto a la patente de ese invento sin poder obtener nada en consideración a dinero, sino que trabajó más de lo normal llevando el sustento hacia su hogar y hacia su más preciado deseo: a su boca. 

Se sintió como si el mismo universo en no poder laborar, si en el alma le daba cosquillas volver al ruedo en el campo laboral. Cuando el Sr. Derick Phills, se sintió como un ave que vuela lejos, debatiendo una sola espera de lo inesperado, cuando en el desierto, sólo irrumpió en su cabeza imaginando su final, a su larga vida. Él, tenía setenta y tres años de edad, no recibía pensión y el desempleo sólo le faltaba por llegar a sus manos, el cual, nunca lo obtuvo ni lo vió llegar a él. Cuando en el suburbio de ser preso en su débil, pero, muy vigorizante de espíritu en su eterno corazón, sólo quiso que lo contratara esa industria textil del legendario el Sr. Hilt Brown. 

Si el Sr. Hilt Brown hizo su fortuna y su imperio, cuando apenas comenzaba a echar raíces la industria textil, si avanzaba en el comercio como la industria más poderosa de la temporada y de los tiempos. Comenzó con un pequeño negocio en la Avenida Brown, que por casualidades de la vida, poco tiempo después, le otorgaron el nombre de Brown a esa avenida en su honor y en la distinción por haber sido unos de los comerciantes más ricos, trascendentales alcanzando la fama y la riqueza y poniendo en alto la calidad del textil en esa industria. Tomó aire puro, en ese balcón de su hogar sabiendo que su destino y su camino iba por un bien común, o como siempre en una sola verdad que se debatía en una sola espera, por lo inesperado de esa entrevista con unos de sus más fieles seguidores del Sr. Hilt Brown, el Sr. Derick Phills. 

El Sr. Derick Phills, se enfrascó a una aventura o a una desventura laboriosa. Más no se sabía nada de su futuro. Cuando en el momento y en el suburbio de lo inesperado, fue como el mismo desenlace esperar por lo sucedido de una entrevista, la cual, después esperaría por el resultado si bien o mal, lo emplearían o querían no prescindir de su labor. Cuando en el tiempo, sólo en aquella época, se veían a las mujeres lavando y planchando ropa. No se requería de un buen servicio si sabía de lavar y de planchar ropa. Él, no tenía  mujer ni esposa. Él, solamente trabajaba para él y para mantener su vida, pues, su vida dependía de un trabajo para poder sobrevivir en la vida misma. Si en el balcón de su corazón, sólo observaba entre sus grandes pupilas, lo grande y lo inmenso de una salida, sin precedente y sin más que en la espera por el día de su cita o de la entrevista para poder conseguir lo que esperaba: un trabajo. Cuando en el instante se debió de creer en el debate de una entrada o de una salida por donde se cuece la finura de la mala soledad en que vivía la esencia, la mala presencia, y la ausencia del amor de él, del Sr. Derick Phills. Cuando en su pensar e imaginar de su corazón, sólo quiso ser como el príncipe de un cuento sin fin, de aquella mujer, la cual, amó con el corazón en pedazos. Sintiendo por el instante que se vería como el reflejo de todo un sol en el alma como dar la luz fuerte de que había amado intensamente a una mujer que él, sólo él, la recordaba y la añoraba como el pensamiento claro, pero, tan ilusorio. Y gastó lo que le quedaba, de sus ahorros, cuando se dijo que la manera de no gastar era ahorrando lo que le quedaba. Cuando en el instinto tan infinito de la osadía que llevaba él, sólo se debatía una sola idea, en no saber que encomienda le quedaba en la vida. Cuando en el momento se dedicó en ser como el pasaje mal vivido, pero, inconsecuente de tal forma en que la vida no salvó de tal forma la manera de trabajar como fastidioso de un instante en que el sol salió todos los días, a trabajar de sol a sol. Cuando en el ánimo se debilitó, pero, fue más fuerte aún cuando la espera fue tan inesperada como aquella vez en que esperó por una entrevista, la cual, sólo quería ganar y ser el empleado de ese almacén textil. Cuando en el desenlace se vió aterrado y fríamente débil sino hallaba un trabajo para mantener su vida laboriosa y civil. 

Cuando el Sr. Derick Phills, fue llamado para confirmar la entrevista de sus sueños y en ser empleado en el almacén textil, se dedicó en cuerpo y alma a prepararse para dicha entrevista, pues, le urgía la labor. Él en su afán de saber si sería escogido para dicha plaza en el almacén textil del Sr. Hilt Brown, él se debate entre los nervios más tenebrosos de toda su vida, pues, en ese instante se dió la forma más efímera, pero, tan perenne, como poder estar en la espera de saber si sería seleccionado como empleado. Sólo se llevó una manera irreal de saber en el imperio de la soledad en que lo atrapa en ser como una araña en ser presa en su propia telaraña. Cuando en el desenlace se vió aferrado y atrapado en el siniestro cálido en saber de su propio destino, cuando en el camino se dió lo que más perdió cuando sufragó en aquel trabajo que lo mantenía a él. 

Y fue un lunes cuando lo citaron para la entrevista, cuando en el instante se dió con nervios putrefactos, hiriendo al corazón por latidos fuertes y en la piel temblar de temor. Cuando en el instante se dió como pasaje de ida y sin regreso, si cuando abrió la puerta de la entrada vió a la señorita con espejuelos y de tacones altos, con un enlace de esos y con papeles en la mano, sólo le dijo al entrar, -“Buenos días, Sr…”-, y le tendió su mano derecha sujetando con la izquierda los papeles, y él, le dice, -“soy el Sr. Derick Phills, tengo una entrevista con ustedes”-, y el Sr. Hilt Brown, sale muy de prisa de esa oficina y lo mira a los ojos sintiendo un aprecio muy especial por su fanático número uno y sin poder saber o sospechar de que sí sí que lo que era el Sr. Derick Phills de él. Y él, Derick le tendió la mano como para poder saludarlo, pero, la prisa no se lo permitió sino que escuchó bien de cerca el latir de su pobre, pero, ágil corazón, cuando de pronto en ese mismo instante le dió un infarto fulminante dejándolo caer al suelo al Sr. Hilt Brown. Y él, Sr. Derick Phills, no supo corresponder en ese mismo momento, cuando de pronto se escuchó una sirena de ambulancia si fue muy veloz el tiempo, y la secretaria agilizó con hábil trabajo su labor como su secretaria por tantos años en el almacén textil. Era ella, de apellido Ponf, y la señorita Ponf, le dijo tan de prisa que -“mañana, que venga mañana para su entrevista pendiente de trabajo”-. Si él, Derick quedó preocupado por la salud del Sr. Brown, su ídolo y más que eso su dios, si lo admiraba con demasiado cariño. Si su esencia como su presencia hubiera quedado allí mismo, y si el destino o el camino se hubiera cambiado con su propia vida, pues, sería otro cantar y no la verdad de lo sucedido y de lo ocurrido. Cuando su vida quedó a la deriva de un tiempo en que no sabía el panadero de su vida laboriosa. Cuando en el suburbio de la conmiseración se dió como el mismo aquel infarto terminal que le dió y que le ofreció la vida cuando cayó en derredor a los pies del Sr. Derick Phills, cuando iba tan decidido a realizar su entrevista de trabajo en el almacén textil del Sr. Hilt Brown. Cuando en su presencia se dedicó en ser lo que conlleva una sola sustracción en saber que el destino y el camino se cerraba de un desconciertos de palabras que se le habían olvidado por el tiempo y por las llagas del tiempo en la herida de su pobre y más terrible corazón, cuando sólo él lo sentía doler como el mismo infarto fulminante que le dió al Sr. Brown en su presencia. Cuando en el instante se dió como el más ímpetu en proseguir una senda abierta y no tan cerrada como aquellas palabras que se le había olvidado sin poder recordarlas más. Se sentó en el balcón esperando lo inesperado de un tiempo en que la misma soledad se dió como el mismo instante en que la mala sensación de una soledad se abría paso en su camino tan angosto y tan pedregoso. Cuando con la lluvia que caía, sus anhelos se vinieron abajo cuando sorpresivamente pensó en su edad, que era un viejo ya, para seguir laborando. En un desconcierto de sinsabores, y de una insolvente mirada al cielo, quedó a la misma deriva, sucumbiendo en un sólo trayecto y en un sólo destino como la manera más vil y más petrificante de la espera tan inesperada. Y se dió la fuga de sus sentimientos, cuando en el imperio de su sola soledad, se dedicó en cuerpo y alma, en saber que el superflúo de la autoestima le brillaba como nunca antes, pero, su edad, era su edad que él marcaba trascendentalmente una idea fugaz de que no sería empleado en el almacén textil donde él quería laborar desde hace muchos años atrás. Cuando en el desastre de ver el cielo y de sentir el mismo desastre en ser empleado o no, en su corazón hubo un palpitar tan débil, pero, con una sensación rica en su naturaleza. Miró al cielo, y se dió una situación adyacente en la mirada y en su propio coraje de perseguir un deseo y una estrella, cuando la estrella sin saber ya era él, y se posó dentro de su propio interior el alma del Sr. Hilt Brown. Y el Sr. Hilt Brown murió en ese mismo instante en que el Sr. Derick Phills, se dió a la tarea de tener su más eficiente luz, la del alma del Sr. Brown. Y sin saber que el destino fue como el mismo imperio en sus ojos de luz, se preparó como todo un dios, con poder y con glorias hacia un nuevo camino con valimientos. Se dedicó en cuerpo y alma, hacia un nuevo desafío cuando lo hiriente en su piel por esos nervios dentro de su propio cuerpo, y se aferró en ser como el mismo anhelo.

Continuará……………………………………………………………………………………………..