Alfredo Saez

-No era-

 

 

No era un fugado

del colosal Vaticano

ni  el bien amado

de algún hijo mariano.

No era un aviador

aunque volaba veloz

ni un furtivo tenor 

aquel pajarito de Dios.

Cantaba trinos dorados

en escenarios arbóreos,

pentagramas alados,

 rimas pintadas con óleos.

Su  traje  de blanco y de gris

caperucita muy roja y coral,

arpegios en dulzuras de anís.

¡Bello! el montaraz cardenal.