Digo adiós y me dispongo a dormir , intento emprender el viaje , pero me siento atada, mi consciente corazón me mantiene la mente sujeta al forro de mi almohada ,impidiendo que pueda volar al silencio del absurdo que a veces son mis sueños
Intento cerrar los ojos, y muy en desacuerdo ellos vuelven a encenderse como dos luces en plana densa oscuridad.
Conduzco mis pensamientos por el valle de una tonada imaginaria procurando callar las voces de mi mente. Pero como quien es raptada, súbitamente me elevó sobre el valle llegando a una cumbre donde reina una sinfonía metálica y acústica .
Pero vuelvo al mismo lugar , sigo sobre mi cama, con la cabeza en mi almohada y mis ojos abiertos mientras prosigo una y otra vez a comprender a que se debe tal desasosiego.
Para este instante debería estar siendo la heroína de alguna batalla imaginaria, quizás volando sobre las nubes o camino a conquistar algún reino. En vez de ello, sigo en el cruel mundo donde vive me almohada.
Inesperadamente el torbellino de razonamientos y discordias que dibujaban una obra de arte abstracta en mi cabeza comienza a tener temple , los colores se juntas y mezclan , se ubican mientas dibujan sobre un lienzo.
Los razonamientos dan pinceladas delicadas mientras que los sentimientos plasman ciluetas claras de lo que pudiera ser la causa de mi querella.
Al terminar la obra quedó dibujado un cuadro , es el retrato de un rostro. El rostro de mi insomnio , el rostro de mi causa perdida. Abrazo el retrato consciente de que los trazos aún no están secos. Y como quien entra a por un portal me encuentro junto a ese rostro tan real y palpable en el horizonte de lo que parece ser, por fin, un sueño .
Ailen Zepold